Muchas veces hemos querido hablar de lo que nos duele en la vida cotidiana, pero preferimos callar porque no queremos un consejo, nos da miedo ser juzgados, o rechazados.

El día a día está lleno de retos, somos humanos, atravesamos dramas, conflictos, y parece que la vida va más rápido que nuestra capacidad de procesarla, entonces a veces la consulta con el terapeuta se queda corta.

Por eso hemos creado un espacio para sanar en comunidad, y darnos cuenta de cuando hemos abrazado nuestras heridas podemos convertirnos en medicina para otros, sintiendo que pertenecemos a un grupo que habla nuestro mismo idioma.